“Poder llorar la muerte de un ser querido adecuadamente y afrontar la
pérdida antes de que se produzca, en el momento en que ocurre y
sobre todo después, hace que el niño/a no pueda sentirse culpable,
deprimido, enojado o asustado. Cuando ayudamos a nuestros hijos a
curarse del dolor que produce la herida emocional más profunda de
todas –la muerte de un ser querido -, los estamos dotando de unas
capacidades y una comprensión importantes, que le servirán para el
resto de sus vidas”. William C. Kroen (1996).
Es interesante saber que el duelo en la infancia ante la pérdida de un ser querido se afronta de distinto modo según la edad, circunstancias que rodean al niño y sobre todo de la actitud que tomen los adultos que rodean al pequeño.
Está claro que el acontecimiento más traumático al que puede asistir un niño es la muerte del padre o la madre.
El duelo es un proceso que pasa por unas fases determinadas, dura un tiempo determinado y presenta unos síntomas muy característicos .
En niños muy pequeñitos, de 2 a 3 años podemos observar llantos a gritos y reacciones de alerta ante ruidos o personas pudiendo estar pendiente de la aparición del ser que ha perdido.
De 2 a 6 años presentan síntomas de confusión, perplejidad, inseguridad. Aparece el tema de la muerte en los juegos y la preguntas. Además pueden tener conductas regresivas como mojar de nuevo la cama o tener miedo a ir solo a dormir. Aparece el pensamiento mágico, que suele ser por la no aceptación de la pérdida, imaginan que volverá , que dentro de un tiempo aparecerá papá o mamá.
De los 6 a los 9 años ya distinguen perfectamente la realidad y ahora muestran negación, miedo, irritabilidad , e incluso adoptan el papel de la persona fallecida , queriendo cuidar de los hermanos por ejemplo.
Existen falsas creencias acerca del duelo en los peques, tales como que el duelo no se experimenta en los niños, o que suele ser de corta duración, o incluso que debemos tapar las emociones para que no sufran.
Aquí os muestro algunas actitudes que podemos tomar para ayudar al niño a afrontar la pérdida de forma adecuada:
– Dar la noticia cuanto antes con palabras sencillas que el niño entienda.
– Darle mucho apoyo físico y emocional, abrazos besos…
– Dejar claro que vamos a seguír queriendo a la persona, que no vamos a olvidarla.
– Animarle a que exprese sus sentimientos, que llore, grite, que hable…
– Si existe culpabilidad, darle las explicaciones de la verdadera razón de su muerte.
– Con frecuencia, lo que más ayuda a los niños frente a las pérdidas, es reencontrar el ritmo cotidiano de sus actividades: el colegio, sus amigos, sus juegos familiares y visitar y hablar a  las personas que quiere.
– Permitirle que participe en los velatorios y funerales para que comprenda mejor el proceso de la muerte y que sepa que no se trata de nada malo, que forma parte de la propia vida y que no se trata de un sueño.
Y no olvidemos que hay que ser completamente honestos con el niño/a.
Acompañar a un niño en duelo significa ante todo NO APARTARLE de la realidad que se está viviendo con el pretexto de ahorrarle sufrimiento. De forma contraria, hay que ayudarle a que conozca la realidad y sepa aceptarla, con nuestro apoyo.
El niño durante el proceso de duelo es normal que presente algunos de estos síntomas:

•  Lanto y rabietas frecuentes y prolongadas
• Apatía e insensibilidad
• Un periodo prolongado durante el cual el niño pierde interés por los
amigos y por las actividades que solían gustarle.
• Frecuentes pesadillas y problemas de sueño.
• Pérdida de apetito y de peso.
• Miedo de quedarse solo.
• Comportamiento infantil (hacerse pis, hablar como un bebé, pedir
comida a menudo…) durante tiempo prolongado. 19
• Frecuentes dolores de cabeza solos o acompañados de otras
dolencias físicas.
• Imitación excesiva de la persona fallecida, expresiones repetidas del
deseo de reencontrarse con el fallecido.
• Cambios importantes en el rendimiento escolar

Cuando estos síntomas se prolonguen en tiempo e intensidad no dudes en buscar la ayuda de un profesional.
Piensa que lo más normal es que el proceso de duelo dure de uno a dos años y el pequeño habrá superado la muerte del ser querido cuando sea capaz de sentirse orgulloso de haber compartido momentos con el fallecido y haber sido parte muy importante en su vida.

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Pepa Fernández Avilés - Doctoralia.es

Pepa Fernández Psicóloga

Psicóloga sanitaria en Murcia, Pepa Fernández

Psicóloga Sanitaria en Murcia

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