Son muchos los padres que acuden a consulta preguntando: ¿Es normal que mi hijo tenga miedo a dormir solo? ¿Es normal que tenga miedo a ir al cole…? ¿Tengo que dejar una luz encendida por la noche?
Es conveniente que conozcamos que algunos miedos son adaptativos y propios de la edad  pues una vez pasado el tiempo tienden a desaparecer. Se trata de miedos evolutivos.
Pero cuando ese miedo persiste en el tiempo , y aparece con frecuencia y de modo intenso debemos preocuparnos.
A continuación con el fin de que tengáis una pequeña guía os indico  los cuales son los miedos más frecuentes en cada edad,  teniendo en cuenta que son orientativos y  que cada niño o niña va a madurar a un ritmo diferente.
DE 0 A 2 AÑOS:  temen principalmente a los ruidos fuertes, a la pérdida de base de apoyo, a la separación de los padres y a  los extraños.
DE 3 A 5 AÑOS:  suele disminuir el miedo a la pérdida de apoyo y a los extraños y aparecen temores nuevos como el miedo al daño físico, a las personas disfrazadas y a la oscuridad.
DE 6 A 8 AÑOS: los miedos más frecuentes son a los seres imaginarios, a las tormentas o a quedarse solo en casa.
DE 9 A 12 AÑOS temen al fracaso escolar, a la muerte y empiezan a preocuparse por su aspecto físico y por las relaciones con sus iguales.
Muchos padres vienen a la consulta y me dicen “tiene los mismos miedos que tenía yo”, “lo ha heredado de mí ”. Es cierto que la probabilidad de que un niño sufra miedos infantiles es mayor si sus padres también los sufren pero esto no significa necesariamente que se haya heredado, sino que el niño copia las reacciones de miedo de sus padres cuando por ejemplo el papá empieza a gritar  cuando ve una cucaracha.
También hemos de ser muy cautelosos con los miedos infundados. Por ejemplo no es conveniente decir al niño que viene el tío del saco para que le lleve si se porta mal , o si no vienes, vendrá el guardia, o ven, que si no llamo al perro… Todo esto no ayuda…sino que puede desembocar en el desarrollo ciertos miedos innecesarios.
Con todo esto es importante señalar que, a pesar de la alta frecuencia de miedos en la infancia, sólo alrededor de un 5% de los niños sufren miedo patológico o fobias infantiles que deban considerarse clínicamente significativas.
En conclusión, cuando un miedo persista en el tiempo, y provoque conductas de evitación o rechazo ante cosas cotidianas, acude a un profesional.
Pepa Fernández, psicóloga.

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